Guanajay y el fútbol

JupiñaSoy un gran amante del fútbol, y aunque no soy un buen jugador, me encanta tener un balón en los pies, en especial cuando estoy en el parque de Guanajay con dos vallitas que miran a la peluquería y a la iglesia. A veces corre la sangre entre los que jugamos, pero nunca trasciende; yo se lo atribuyo a la pasión.

Esa pasión me hizo subir en octavo grado al terreno de Jupiña, a intentar jugar en las “superligas” de cada día. No fue difícil hacer amistades y conocí a un grupo de enanos que tenían buen nivel. Eran puntos fijos todos los días; ellos sienten mayor pasión por el fútbol que yo y eso se ha traducido en calidad, pues si antes los podía encarar, ahora me resulta bastante difícil. Pocholo es un caso aparte: es uno de los principales jugadores del equipo sub-20 de Cuba, y como es obvio, no hay forma de quitarle el balón; pero esto no ha sido motivo para que se comporte de manera diferente como otros que por segundos de glorias se creen reyes de Jupiña; él sigue siendo el muchacho modesto que juega fútbol con sus amigos a riesgo de lesionarse y perder su gran oportunidad; algunos lo critican por esto, yo lo admiro.

Pero ellos no son los únicos amigos que el fútbol me ha dado. Durante el servicio militar, un grupo de amigos y yo decidimos jugar en el torneo de fútbol sala del pueblo, y aunque fuimos un fracaso, nos dimos a conocer y hoy por hoy somos de los equipos habituales cada año. Pero para mí el mayor disfrute es la gama de personajes que participan.

Equipos compuestos por pseudo-guapos, que pretenden impresionar a sus rivales a bases de gritos y miradas, se enfrentan a otros de mayor calidad y experiencia, pero con un corazón pequeñito a la hora de la verdad. Amantes del deporte más hermoso del mundo, que se oponen al desgaste y bajón físico de los años, derrotan a otros que siguen viviendo de viejas glorias y no enfrentan la realidad. Jugadores de baja calidad que empleando solo corazón y coraje le amargan la vida a las estrellas de siempre. El público, atento a cada novia que entra al patio del círculo social donde se realiza el torneo, puede convertirse en una verdadera pesadilla para los novatos, experiencia propia. Y nuestros árbitros, que cada años soportan las mil pestes que les decimos por sus actuaciones en cada partido, merecen una medalla a la mejor intención con el mayor grado de errores. Es un torneo mágico para los participantes.

El fútbol es parte de la vida de Guanajay, como puede serlo en Caimito o Bauta; para mí ha sido un puente para conocer un poco más a las personas de este pueblo embrujado.

Acerca de Javier Montenegro

Estudiante de periodismo
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5 respuestas a Guanajay y el fútbol

  1. Uxmal dijo:

    toca’o! jeje! gracias a ti Javier la entrá de patá y empujones esa que nos damos en Guanajay de vez en cuando se vuelve ecuménico y de una manera tierna y elegante. jojo!

  2. jejeje, yo no lo hago universal… el solo lo es, mucho más cuando son amigos los que se están cayendo a patadas… por una causa importante: divertirse

  3. muy bueno javier sige luchando en el estadio de jupiña metele a la pata hasta que rompas la lata !!!!!! , saludos desde alemania

  4. creo que solo será hasta que se rompan los tacos, que están muy caros

  5. Alexis Gonzalez dijo:

    esas fotos son como si fuera mi casa, desde los 6 años estuve alli, en mi Jupiña; al frente mi casa y cuando ya era de noche y no se veia el balon regresaba empapado en sudor y mi madre me decia quitate esos «sinapismo». No se de donde ella saco esa palabra pera identificar el «chort» los tenis y las medias con las que jugaba al futbol todos los dias y que olian a «rayo»; pero todos los dias me las ponia para jugar al futbol con los amigos del barrio. Hace un año, en Junio pasado estuve alli con mis hijos pequeños, jugue con ellos en ese campo de Jupiña y volvi a sentir la felicidad de esos años de mi infancia, pero tambien la tristeza de estar fuera y que mis hijos no lo puedan disfrutar.

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