Un, dos, tres, cuatro, gamusino al saco.

Foto: Tomada de internet.

Cazar gamusinos es una arte. No todos pueden realizar semejante tarea. Se equivocan, no es andar por el monte en la noche con un palo y una lata golpeando con furia y gritando las palabras “mágicas” para capturar al roedor. Es necesario tener un equipo que te respalde: un especialista debe sostener el saco y soportar los fuertes embates del gamusino; un gamuzinólogo debe dirigir la cacería y velar por el cumplimiento de las tareas de cada participante; y también es necesario un gran grupo de entusiastas para realizar un anillo alrededor del pequeño animal.

Cuánta emoción durante la primera cacería; fue en la escuela nacional de espeleología (aunque ahora tenga otro nombre) durante la primera espeleoacampada, año 2006. Un español deseaba llevarse un ejemplar, porque en su país no existen, y muchas personas estaban interesadas en ayudar al extranjero. Solo se hablaba del gamusino y la necesidad de cazarlo; bueno, solo cuando estaba cerca la víctima, es decir, el cazador. ¿Es posible convertir un mito en algo verosímil? Sí, es posible. Si al caminar entre personas desconocidas y cuyo único tema de conversación son los guacamayos que habitan la zona norte de Camagüey, y la necesidad de cazar uno para probarle a un extranjero la existencia del ave, ¿usted no se ofrecería? Eso ocurrió con un estudiante de arquitectura y el dichoso gamusino. Todo el campamento, casi 50 personas, hablaba de lo mismo; y en la noche sacaban de su casa de campaña al cazador. El chiste tiene una parte desagradable: el hombre del saco; a esa persona debería entregársele un premio de la academia por mejor actuación sin fines de lucro. Es impresionante cómo se revolcaba en la tierra simulando que el gamusino estaba dentro y que debía golpearse más fuerte y gritar más alto para atolondrarlo. Casi a la medianoche, después del fracaso, todos se reunieron en el comedor para analizar una filmación hecha durante la cacería. Un alma piadosa evitó más diversiones nocturnas y le contó la verdad, pero el mal ya estaba hecho: él admitió ver al gamusino.

Después de ese día, cada vez que camino por un lugar con árboles y se escucha algún ruido extraño, se lo atribuyo al gamusino y siempre alguien pregunta por el animal; entonces la imaginación de dos o tres comienza a volar para deshacerse en explicaciones y mitigar todas las dudas del curioso. Existen otros animales famosos y de difícil captura, como el katatrepo, el mameluco o el tangramo; de ellos, solo puedo contarles del último: un murciélago blanco con pintas negras, con los codos apuntando hacia adelante, o sea, vuela hacia atrás, y al cambiar la dirección de vuelo, detiene un ala para girar con la otra. La imaginación humana no tiene límites, como tampoco la ingenuidad.

No permita al gamusino desaparecer, háblale a sus amigos de sus experiencias y lo difícil de cazarlo. Siga el ejemplo de los científicos españoles que nombraron al híbrido estéril del cruce de martas y garduñas como al animal mitológico; y de paso, no nos asustemos si al gritar “un, dos, tres, cuatro, gamusino al saco”, se mete dentro una pequeña alimaña.

Acerca de Javier Montenegro

Estudiante de periodismo
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3 respuestas a Un, dos, tres, cuatro, gamusino al saco.

  1. elManu dijo:

    yo cazé una Gamuzino. es real, pero estaba tan oscuro que no lo ví y como tiene dientes muy afilados se me escapó abriéndole un hueco al saco. pero lo toque y es muy peludo. si por la noche siente que registran al lado de tu casa de campaña no te desesperes, quizás puedas recibir la recompensa que nadie a recibido al que atrape uno y lo enseñe a la palestra pública. cazar gamuzino es una de las mejores experiencias de mi vida.

  2. menos mal que no soy el único que ha experimentado esa sensación que se siente al intentar cazar a uno de estos valiosos animales. Es una pena que sea una especie en peligro de extinción, y aún así somos tan… que los seguimos cazando.

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