El Chelsea de lo imposible

La hinchada del equipo londinense recordará por años este título, no solo por ser la primera vez que levantan la orejona, sino por lo épico del triunfo. La llegada de Roberto Di Matteo fue mágica, o quizás fue la salida de Villas Boas. De seguro Hollywood realizará una película sobre la primera victoria del Chelsea en la máxima competición europea, con un guión que no necesitará de mucha ficción, pues la obtención de la Champions de la temporada 2011-2012 le pone los pelos de punta a cualquier fanático de los “blue” y a los amantes del más universal de los deportes.

¿Cómo comenzaría esta película? Con la derrota en San Paolo ante el Napoli 3-1. Lapidante resultado para los ingleses; entonces, la llegada de un salvador para sustituir al técnico portugués, quien llegó a Stamford Bridge como sucesor de Mourinho y apuntando a lo más alto, y terminó siendo un fracaso estrepitoso. El partido de ida ante los italianos fue el gol que sacó del equipo a Villas Boas. Su sustituto tocaría la gloria.

Una remontada espectacular en el partido de vuelta, con gol incluido en la prórroga, colocaría a los ingleses en cuartos.  Su rival sería un equipo con mucha más historia que ellos: Benfica. Los portugueses cayeron en el partido de ida 0-1, y con una expulsión y otro gol inglés en la vuelta todo parecía visto para sentencia; pero los grandes sacan la casta y un gol en los últimos compases del juego puso los nervios de punta a los ingleses y los lusos se lanzaron a la épica en busca del tanto que les permitiera el pase. Viejos fantasmas de la eliminación comenzaron a rondar por Stamford Bridge. Meirelles, un viejo conocido de la hinchada del Benfica, robó un balón en la medular y después de una carrera espectacular clavó el esférico en un ángulo para tranquilidad de todos.

En semis, un obstáculo infranqueable: el mejor equipo del mundo. Deberían jugar, y buscar venganza de lo ocurrido hace tres años, frente al Fútbol Club Barcelona. Lo lograron. Un solitario gol de Drogba en casa, y un golazo de Ramírez antes de finalizar el primer tiempo de la vuelta en Camp Nou, sentenciaba al equipo del tiki-taka. Ni la expulsión de Terry, ni los goles de Iniesta y Busquets pudieron con la voluntad londinense. El mejor jugador del mundo envió un penalti al travesaño ante el horror de los aficionados azulgranas. Y para más inri, Torres, que no marcaba desde un amistoso ante Cangrejera, le dio la estocada final a la bestia herida. Chelsea llegaba a una final de Champions por segunda vez. En esta ocasión pagaron un precio caro: cuatro titulares se perderían el gran encuentro por acumulación de tarjetas.

Diecinueve de mayo. Estadio Allianz Arena, fuerte del Bayern de Múnich. Control total de los alemanes y para ponerle la guinda al pastel, gol de Müller en el minuto 83. Todo visto para sentencia, o al menos eso pensó Jupp Heynckes. Sacó al autor del gol y colocó a un defensa central. Di Matteo hizo lo contrario y dio entrada a Torres para buscar el empate. En el 88, a la salida de un córner, Drogba envió un testarazo al fondo de las redes para poner más suspenso al encuentro y llegar al alargue. Los treinta minutos de prórroga tuvieron un punto de inflexión: penalti a favor de Bayern. ¿Terminó el encuentro para Chelsea? Al menos yo lo pensé. Pero Cech atajó el penal a Robben y los “blue” revivieron. El árbitro señaló el final y la lotería de los penaltis era el único obstáculo entre los ingleses y su primera Champions.

Cuando Neuer atajó el penal de Mata, todo volvió a terminar para los ingleses. Era una maldición, estaban destinados a sufrir. Pero Cech es demasiado Cech, y le detuvo el cuarto penal a Olic para igualar la renta de penas máximas. El último penalti por parte de los germanos lo cobró Schweinsteiger.

El portero checo acertó en la dirección, pero no logró tocar el esférico. Una de las máximas del fútbol es que los alemanes no fallan penales, podría considerarse una regla básica del más universal; y como toda regla tiene su excepción, Schweinsteiger estrelló el balón al poste. Drogba no es alemán. No falló.

La música más rimbombante, las imágenes más espectaculares, los recuerdos atropellándose unos tras otros, las lágrimas de alegría, las lágrimas de tristeza, el júbilo y una instantánea para inmortalizar el momento. Parece, pero no es un final “made in Hollywood”, esta vez la realidad superó la ficción.

Acerca de Javier Montenegro

Estudiante de periodismo
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6 respuestas a El Chelsea de lo imposible

  1. Bene dijo:

    Una pregunta Javico: lo que describes en el ultimo parrafo…lo viste? Porque una vez mas la TVC me puso la cara de Hernandez Lujan cuando menos queria verla (similar a lo ocurrido en la tanda de penales del Madrid-Bayern) y me privo de la celebracion. Lo hilarante fue que ademas se justificaron de que el juego se habia ido al alargue. Por favor….que era eso tan importante a continuacion en la programacion que no podia ser dilatado…la verdad es que por mas que uno tenga confianza en nuestros medios siempre van de lo sublime a lo ridiculo. Por demas, tambien iba a corregirte en este post…pero como solo es un error de concordancia de numero (y a raiz de nuestras ultimas conversaciones) te lo voy a dejar pasar jeje…

  2. es un final típico, no hay q verlo para saber qué pasó.
    Por lo demás, que considerado de tu parte…

  3. Anónimo dijo:

    Me cuadró pero podrías haberte explayado más…

  4. quizás… no lo sé.

  5. Anónimo dijo:

    ¿Pero sabes algo tú de fútbol, Montenegro? ¿El Barcelona el mejor equipo del mundo? Sí, sí, lo mismo que Guanajay es la ciudad del los puentes. Grandes puentes. Ya te digo.

  6. jajaja, yo creo que en el tramo de 2008 a 2012 lo eran; la ciudad de los puentes creo que es Matanzas, no? pero el chovinismo se le sale a uno cuando habla de los suyo, jejeje. Pero sí es el pueblo de los puentes, o municipios, como se prefiera

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